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jueves, 27 de marzo de 2014

Caminar un remedio natural



Importancia de conservar la salud

La salud es un don maravilloso que Dios nos da y que vale más que todas las riquezas del mundo. Cuántos millonarios darían toda su fortuna por recuperar la salud. Conservarnos en buen estado es parte del plan de Dios para que seamos felices, y para que tengamos “vida en abundancia” (Jn. 10:10).

Además las personas con salud deteriorada son más propensas a caer en los lazos y las tentaciones del enemigo que aquellas que tienen todas sus facultades despiertas y alerta.


Y nuestro cuerpo no es realmente nuestro, solo somos administradores y habremos de dar cuentas al Creador: “Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl. 12:14) y eso incluye como tratamos nuestro cuerpo, el cual tiene un costo infinitamente más elevado que todo el dinero del mundo: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Ped. 1:18,19).

Degeneración en el cuerpo por falta de caminata

La creciente cantidad de enfermedades por agotamiento o de tipo degenerativo, de casos de senilidad precoz y de trastornos debidos a la vida moderna, se atribuye acertadamente al hecho de permanecer sentados demasiado.

Entre tales enfermedades se cuentan la artrosis de las extremidades y de la columna vertebral, las dolencias de los discos intervertebrales, los trastornos circulatorios, las afecciones cardíacas, la distonía vegetativa y diversas afecciones de origen nervioso que atacan al estómago, los intestinos y los riñones.

El hombre ha sido dotado por Dios de unos miembros inferiores aptos para la carrera, pero los músculos de los muslos y las piernas degeneran si permanecen inactivos. Un entrenamiento progresivo aumenta considerablemente la fuerza muscular. Practicados correctamente, los ejercicios musculares vivifican el metabolismo, estimulan las funciones de la piel, de las glándulas, del sistema nervioso y de la circulación.


El Señor nos creó como seres físicos, con necesidades físicas. La ociosidad es pecado, como también lo es descuidar de manera voluntaria nuestros cuerpos. “Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es el desarrollo individual. Cada facultad con que el Creador nos ha dotado debemos cultivarla hasta el más alto grado de perfección, para realizar la mayor suma de bien de la cual seamos capaces. Por tanto, está bien invertido el tiempo que se usa en la adquisición y la preservación de la salud física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o inhabilitar ninguna función del cuerpo o de la mente” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White pág. 15).

Caminar trae salud

El doctor L. Oertel consiguió excelentes resultados en sus pacientes cardiacos haciéndoles dar paseos cada vez más largos y en cuesta. En sus “curas de paseo” las piernas obligan al corazón a fortificarse y a aumentar su rendimiento. La “cura de paseo” se recomienda después de una enfermedad grave o de una prolongada permanencia en cama, para fortalecer la musculatura debilitada.

Frente a los esfuerzos que se realizan en los aparatos gimnásticos fijos (bicicleta y remo), el paseo con sus distintas fases tiene la enorme ventaja psicológica de la variedad de paisajes y del ejercicio al aire libre. El grado de dificultad puede variarse también discrecionalmente cambiando el ritmo.

Además, esta cura ejerce un efecto benéfico sobre la musculatura debilitada de los sedentarios, sobre los corazones vagos y sobre la obesidad, a condición, eso sí, de que se evite todo exceso durante el entrenamiento y que el esfuerzo corporal se vaya incrementando de manera muy paulatina. Como todo tratamiento, la cura de paseo deber ser prescrita y dosificada por el médico.

Las estadísticas de las compañías de seguros demuestran que el exceso de peso acorta la vida: si es del 15% la mortalidad aumenta un promedio de 25%; si es del 16 al 25% la mortalidad crece en un 45%. El incremento del índice de mortalidad puede llegar al 75% si el peso sigue aumentando. La caminata es muy eficaz para estos casos. Durante un paseo de 1 hora se queman 200 a 400 calorías.

Caminar también ejerce una influencia benéfica sobre la función cardiaca y la circulatoria. Provoca en los miembros un tono muscular bien equilibrado, que facilita la circulación sanguínea y especialmente el retorno al corazón de la sangre venosa. Por el contrario, una musculatura débil y mal desarrollada, unida a un elevado contenido de grasas en la sangre facilita la aparición de trombosis, embolias e infartos. Caminar mejora la corriente circulatoria y la oxigenación del corazón. Es el medio más sencillo y natural de prevenir la angina de pecho y los infartos al miocardio.

Además caminar favorece la respiración, y, con ello produce una notable mejoría en el funcionamiento de los pulmones y el diafragma. Así los lóbulos pulmonares se despliegan con más fuerza, están mejor irrigados y, por lo tanto, mejor protegidos contra los microbios.

El metabolismo se regulariza y el hígado, mejor irrigado, cumple sus funciones de desintoxicación; las deposiciones son normales, hecho cada vez menos frecuente entre las personas a quienes falta el ejercicio.


Una excelente manera de realizar la caminata es acompañados por nuestra familia y amigos. Así cuidamos nuestra salud y convivimos sanamente con nuestros seres amados (la desintegración familiar es de lo mayores males que aquejan a la sociedad moderna, cuántos hogares destruidos estarían unidos si se dieran un tiempo de calidad).

“El organismo vivo es propiedad de Dios; le pertenece por el derecho que le confieren la creación y la redención. Por lo tanto, por el empleo equivocado de cualquiera de nuestras facultades, despojarnos a Dios del honor que le debemos” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White pág. 16).

Elevar la temperatura al caminar ayuda a curar enfermedades

Caminar eleva la temperatura del cuerpo y refuerza así las defensas contra las infecciones. Muchas experiencias han demostrado que una elevación de temperatura de 1 o 2 grados centígrados por encima de lo normal destruye gran cantidad de bacterias, o por lo menos, las debilita, y permiten eliminar rápidamente sus toxinas.

En períodos de epidemias gripales, cada uno debiera dedicar, por lo menos, una hora diaria a caminar a buen paso o hacer ascensiones, para provocar un recalentamiento de todo el organismo.


Incluso cuando se observa un principio de infección –resfriado o gripe- con ronquera, dolores de garganta, molestias en las vías respiratorias, jaquecas, estornudos, escalofríos y otras molestias es posible neutralizarlas por medio de una buena caminata.

“El dejar de cuidar la maquinaria viviente es un insulto infligido al Creador. Existen reglas divinamente establecidas que, si se observan, guardarán a los seres humanos de la enfermedad y la muerte prematura” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White pág. 17).

Caminar es mejor que medicarse



“Cuando el tiempo lo permite, todos los que puedan hacerlo, debieran caminar al aire libre en verano e invierno. Pero la ropa debiera ser apropiada para el ejercicio, y los pies debieran estar bien protegidos. Una caminata, aun en invierno, sería más benéfica para la salud que todas las medicinas que los médicos puedan prescribir. Los músculos y las venas pueden realizar mejor su trabajo. Habrá un aumento de la vitalidad, tan necesaria para la salud” (Testimonios para la iglesia, Ellen G. White, tomo 2, págs. 468-473).

Dios ha regalado la bendición de caminar a los seres humanos, salvo las personas con capacidades diferentes, todos pueden caminar. Dios comparte sus bendiciones con toda la humanidad “hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mt. 5:45). No hay excusa para no cuidar nuestra salud al caminar un rato diariamente, incluso es un momento en que podemos estar en comunión con Dios al orar mientras caminamos, escuchar música que edifique, audio sermones o audio libros cristianos.

Comprados por precio

“Aprendemos una gran lección cuando nos damos cuenta de nuestra relación con Dios, y su relación con nosotros. Las palabras: ‘No sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio’ (1 Cor, 6:19, 20), deben grabarse permanentemente en nuestra memoria, para que siempre reconozcamos el derecho que Dios tiene sobre nuestros talentos, nuestra propiedad, nuestra influencia, nuestra individualidad personal. Hemos de aprender cómo tratar este don de Dios constituido por la mente, el alma y el cuerpo, para que, como posesión comprada por Cristo, podamos realizar un servicio saludable y grato para él” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White pág. 75).

·         La Salud por la Naturaleza. 5ª. Edición. Dr. E. Schneider. Asociación Publicadora Interamericana.
·         www.laicos.org

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