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viernes, 4 de octubre de 2013

La palabra de Dios el único fundamento de la fe 2° Parte



En esta segunda publicación sobre el tema terminaremos de explicar porque la Palabra de Dios tiene que ser el único fundamento de nuestra fe (si no ha leído la primera parte mejor léala primero).

El Espíritu Santo y la comprensión de las Escrituras

Sin la iluminación del Espíritu Santo nuestras mentes nunca podrían comprender correctamente la Biblia, ni reconocerla como la autoridad divina. Porque “nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co. 2:11).

“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14). Por consiguiente “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, eso es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Co. 1:18).

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Co. 2:12). Las Sagradas Escrituras y el Espíritu Santo nunca pueden estar separados. El Espíritu Santo es tanto el autor como el revelador de las verdades bíblicas.



Enfoque de las Escrituras: Jesús el Salvador

Jesucristo es el foco de la Escritura. El Antiguo Testamento presenta al Hijo de Dios como el Mesías, el Redentor del mundo; el Nuevo Testamento lo revela como Jesucristo, el Salvador. Cada página, ya sea mediante símbolo o realidad, revela alguna fase de su obra y carácter.


Jesús mismo declaro: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39). Se confirma que el enfoque de las Escrituras es Jesucristo, y en él está la promesa más maravillosa que tenemos: la vida eterna.

Nuestro Señor Jesucristo consideraba las Escrituras como un cuerpo de verdad, una revelación objetiva, otorgada para sacar a la humanidad de las tinieblas de las tradiciones y mitos a la luz verdadera del conocimiento de la salvación.

Sí, el foco de la Biblia es Jesucristo. Él está colocado en el centro del escenario del drama cósmico. Pronto su triunfo en el Calvario culminará en la eliminación del mal. La humanidad y Dios serán reunidos.

El tema del amor de Dios, particularmente como se ha visto en el sacrificio de Cristo en el Calvario, es la mayor verdad del universo, el foco de la Biblia. De modo que todas las verdades bíblicas deben estudiarse en torno a esta perspectiva.

Unidad de las escrituras

La Biblia expone una unidad fundamental en lo que enseña acerca de los principios de salvación. Debido a su variedad de perspectivas, está perfectamente capacitada en forma mejor para enfrentar las necesidades humanas de todas las épocas.

 Dios no se ha revelado a sí mismo a la humanidad en una cadena continua de declaraciones, sino poco a poco, a través de generaciones sucesivas. Ya sea mediante Moisés que escribiera desde los campos madianitas, o mediante Pablo desde una prisión romana, sus libros revelan la misma comunicación inspirada por el Espíritu.

Las verdades del Antiguo y Nuevo Testamento, a pesar de haber sido escritas a través de muchas generaciones, permanecen inseparables; no se contradicen unas a otras. Los dos Testamentos son uno, tal como Dios es uno.

El Antiguo Testamento, mediante profecías y símbolos, revela el evangelio del Salvador que vendría; el Nuevo Testamento, mediante la vida de Jesús, revela al Salvador que vino: la realidad del evangelio. Ambos revelan al mismo Dios.

Es interesante notar como libros escritos por personas diferentes y en épocas diferentes nos muestran una revelación semejante (como el paralelismo entre Daniel y Apocalipsis). Y no es extraño este hecho, puesto que el verdadero autor es el Espíritu Santo, que revela el conocimiento necesario para la salvación.

La revelación bíblica y su historicidad

En cuanto al contenido de las revelaciones, a algunos escritores el Espíritu les reveló acontecimientos que aún tendrían que ocurrir (Dn. 2, 7, 8, 12). Otros registraron hechos históricos, ya sea sobre la base de una experiencia personal o seleccionando materiales de registros históricos existentes (Jueces, 1 Samuel, 2
Crónicas, los Evangelios, Hechos).


Los incidentes históricos son tipos o ejemplos, y están escritos “para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10:11). Pablo dice: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Ro. 15:4). Dios condujo a los escritores de la Biblia a presentar la historia en una forma que nos guiara hacia la salvación.

Los escritores de la Biblia consideraban todos los incidentes que contiene como registros históricos verídicos y no como mitos o símbolos. Muchos escépticos contemporáneos rechazan los relatos de Adán y Eva, de Jonás y del Diluvio. Sin embargo, Jesús aceptaba su exactitud histórica y su importancia espiritual (Mt. 12:39-41; 19:4-6; 24:37-39).

Exactitud de las Escrituras

La Biblia no enseña inspiración parcial o grados de inspiración. Estas teorías son especulaciones que le quitan su autoridad divina. ¿Hasta qué punto salvaguardó Dios la transmisión del texto para asegurarse que su mensaje es válido y verdadero? Es claro que, si bien es cierto que los manuscritos antiguos varían, las verdades esenciales han sido preservadas.


La evidencia de la arqueología bíblica revela que muchos así llamados errores fueron solamente malentendidos de parte de los estudiosos. Algunas de estas dificultades se levantaron porque la gente estaba leyendo la historia y las costumbres bíblicas desde un punto de vista occidental. Las profecías que se han cumplido verifican su veracidad.

A pesar de los intentos de destruirla, la exactitud de la Biblia ha sido preservada en forma increíble y hasta milagrosa. La comparación de los rollos del Mar Muerto con los manuscritos posteriores del Antiguo Testamento demuestra el cuidado con que se ha trasmitido. Confirman la veracidad y confianza de las Escrituras como una revelación infalible de la voluntad de Dios.

Las Escrituras y las Ciencias humanas

Con frecuencia las contradicciones entre la Escritura y la ciencia son el resultado de la especulación. Cuando no podemos armonizar la ciencia con la Escritura, es porque tenemos una “comprensión imperfecta de ya sea la ciencia o la revelación... pero cuando se comprenden en forma correcta, están en armonía perfecta” (Elena G. White, Patriarcas y profetas pág. 114).


El mismo Dios que diseño en forma perfecta al hombre, las flores o las condiciones necesarias para la vida en nuestro mundo, es el mismo que se revela en las Sagradas Escrituras: “Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio” (Is. 40:26). “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.” (Sal. 139:14).

Toda la sabiduría humana debe estar sujeta a la autoridad de la Escritura. Las verdades bíblicas son la norma por la cual todas las demás ideas deben ser probadas. Al juzgar la Palabra de Dios con normas humanas perecederas es como si tratáramos de medir las estrellas con una vara de medir.

La Biblia no debe estar sujeta a las normas humanas. Es superior a toda la sabiduría y literatura humana. Más bien, en vez de juzgar la Biblia, todos seremos juzgados por ella, porque es la norma de carácter y la prueba de toda experiencia y pensamiento.

Las Escrituras y los dones espirituales

Las Escrituras ejercen autoridad aun sobre los dones que vienen del Espíritu Santo, incluyendo la conducción que provee el don de profecía o el don de lenguas (1 Co. 12; 14:1; Ef. 4:7-16). Los dones del Espíritu no son superiores a la Biblia; lo cierto es que deben probarse por la Biblia, y si no están de acuerdo con ella, deben descartarse: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is. 8:20).


“Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gá. 1:9). Cualquier don espiritual que contradiga a las Sagradas Escrituras no es genuino; puesto que los dones provienen del Espíritu Santo (ver 1 Co. 12:7-11) y las Sagradas Escrituras también, por ello tienen que estar en armonía.

Conclusiones

·         Dios se revela por medio de su Creación, y de manera más específica a través de las Sagradas Escrituras, en ellas entendemos el eterno propósito de Dios de restaurarnos y terminar con el gran conflicto.
·         El origen de las Sagradas Escrituras es divino, proveniente de su verdadero autor el Espíritu Santo.
·         La autoridad de las Sagradas Escrituras radica en su origen, es el mensaje de Dios donde se expresa su voluntad y sus propósitos. Son la única guía en asuntos de Fe y la única arma que el cristiano tiene contra los engaños de Satanás.
·         La inspiración de las Escrituras literalmente significa que “Dios respiro” en las mentes de sus escritores el mensaje que deseaba comunicarnos. Aunque este mensaje está limitado por nuestra condición humana tiene el sello de la autoridad divina.
·         Solo con la guía y la dirección del Espíritu Santo comprenderemos e interpretaremos correctamente las Sagradas Escrituras. Por ello es muy importante pedir su ayuda cada vez que estudiamos la Biblia.
·         El tema central de la Biblia es la salvación que nos ofrece Jesucristo, y todas las demás enseñanzas y verdades de la Biblia deben estudiarse en torno a este tema central.
·         Tanto el Antiguo, como el Nuevo Testamento guardan una unidad perfecta puesto que su verdadero autor es el Espíritu Santo, que revela a través de las páginas de las Escrituras la obra de Cristo para salvarnos.
·         La Biblia registra hechos históricos que son verídicos y han sido registrados para fomentar nuestra fe y ayudarnos en el proceso de la salvación.
·         La Biblia ha sido preservada por Dios mismo, hallazgos recientes como los rollos del mar muerto confirman la autenticidad y veracidad de las Sagradas Escrituras.
·         La verdadera ciencia y las Escrituras están en armonía porque ambos provienen del mismo autor, el sabio y todopoderoso Dios.
·         Todo don espiritual, incluyendo el de lenguas y el de profecía debe estar en armonía con las Sagradas Escrituras, de lo contrario son manifestaciones del enemigo para la perdición.
·         La Biblia es la revelación máxima que tenemos de Dios, es nuestra única regla de Fe y la única que nos protege contra los engaños del enemigo. Su importancia trasciende a cualquier literatura humana que pudiera escribirse, porque el mismo Dios que trajo todo a la existencia por medio de su palabra, nos transforma con la misma palabra. Aceptar sus enseñanzas o rechazarlas es una decisión para vida o muerte eternas.

Esta reflexión está basada en el libro Creencias de los Adventistas del 7º Día capítulo 1 La Palabra de Dios.


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