La palabra de Jehová
“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai,
diciendo” (Jon. 1:1).
Esta fascinante historia comienza diciendo que vino la
palabra de Jehová a la vida de Jonás. Cuándo la palabra de Dios viene a nuestra
vida es transformada y suceden grandes cosas.
Esta expresión también nos enseña que los mensajes que
recibieran los profetas no son su propio mensaje, sino el de Dios. A esto se
refiere el apóstol Pedro: “porque nunca
la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21).
El Espíritu Santo es el verdadero autor de las
Escrituras, y tiene un mensaje importante para convencernos “de pecado, de justicia y de juicio” (Jn.
16:8). Precisamente de esto se convenció la ciudad de Nínive, y de esto debemos
convencernos si queremos que nuestros pecados sean perdonados y alcancemos la
salvación.
También es interesante el hecho de que Dios nos conoce
por nombre, y que cada nombre que aparece en las Escrituras tiene un propósito
y nos da pistas para profundizar más el mensaje que Dios quiere transmitirnos:
Jonás (paloma) hijo de Amitai (veraz, verdadero, o Dios es veraz).
El Señor envía a sus siervos con la sencillez de la paloma pero con un mensaje
verdadero, para dar testimonio de que “Dios
es veraz”.
“He aquí,
yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes,
y sencillos como palomas” (Mt. 10:16). Tenemos que ser agiles, metódicos y
certeros en la predicación de la palabra como una serpiente, pero conservando
la pureza, sencillez y belleza de las palomas.
Pregona la palabra
“Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad,
y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (Jon. 1:2).
El Señor no le pregunto a Jonás si quería ir o no, le
ordeno “levántate”. El propósito de
Dios es que nos levantemos, que dejemos de estar en la profundidad de una vida
carente de significado, una vida llena de derrota: “Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”
(3 Jn. 2). Levantarse implica una acción, un cambio en el rumbo de la vida, y
en el nombre del Señor es para bien.
Querido lector, Dios te ordena que te levantes, que dejes
atrás la vida de pecado, la vida de derrota, la vida de preocupaciones que te
tiene postrado. Cuántas veces repitió lo mismo Jesús a los profetas y caudillos
(Jos. 7:10; 1 R. 19:5; Is. 52:2; 60:1; Jer. 18:2 Esd. 10:4; etc.), a los
enfermos (Ver Mr. 2:11 Lc. 17:19; Jn. 5:8) y aún los muertos oyen su voz (Lc.
8:54; Jn. 11:43; 1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16). Si el Señor llama aún a los muertos
¡con mayor razón nos pide a nosotros que nos levantemos!
“Aquella gran ciudad”. Nínive era una ciudad grande en
territorio, grande en comercio y grande en maldad. Así sigue siendo la
condición de las grandes ciudades, la maldad impera por todos lados, pero esta
historia nos muestra que Dios ama a las personas y por eso envía a sus
mensajeros a estos lugares. Para todos aquellos que quieren cumplir la gran
comisión de Mateo 28:19,20 este es un llamado a la evangelización de las
grandes ciudades.
Y la orden del Señor continua: “pregona contra ella”.
Jonás fue un profeta (enviado), su
ministerio tenía un propósito de alertar, de prevenir acerca del inminente
juicio de Dios, y es en este sentido que Dios envía a los que conocen su voluntad a prevenir a las personas que
se arrepientan.
“Porque ha subido su maldad delante de mí”. A veces
pensamos que a Dios no le importan nuestras acciones, que el tolera las
injusticias, inclusive hay muchos que retan a Dios a que imparta justicia. Sin
embargo Dios está al pendiente de todo lo que sucede en la Tierra: “Desde el lugar de su morada miró. Sobre
todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; Atento
está a todas sus obras” (Sal. 33:14,15).
Otra valiosa lección de esto es que Dios no va a tolerar
para siempre la maldad, refiriéndose a sí mismo cuando se le presento a Moisés
dice el Señor: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;
que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el
pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita
la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos,
hasta la tercera y cuarta generación” (Ex. 34: 6,7).
Dios es misericordioso y piadoso, pero también es justo y
tiene que actuar cuando la maldad llega al límite: “Llegará el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene
juicio contra las naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a
espada, dice Jehová” (Jer. 25:31).
Huyendo de Dios
“Y Jonás se levantó para huir de la presencia
de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para
Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos
de la presencia de Jehová” (Jon. 1:3).
“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a
Tarsis”. Interesante que Jonás huyera a Tarsis que significa “sobre el mar" o "que se rompe". Al tratar de huir de
Dios Jonás experimento ambas cosas, estuvo sobre el mar y se rompió en olas
tremendas que rompieron a su vez el orgullo de Jonás.
Esta actitud de Jonás también la tomamos cuándo el Señor
nos pide poner nuestros talentos y dones para su servicio, o nos pide cumplir
con alguna comisión y nos negamos rotundamente. También le acontece a aquellos
que se empeñan en no oír el llamado de Dios e intentan estar “lejos de la
presencia de Jehová”.
Solo se encontrarán ante un mar embravecido que rompe sus
esperanzas e ilusiones, no porque Dios sea tirano y vengativo, sino porque “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación” (Stg. 1:17). Al alejarnos de Dios nos acercamos a
Satanás, y el solo nos va dar dolor, miseria y desilusión.
“Y descendió a Jope”. Jope significa “belleza, hermosura, gracia”, el ser
humano alejado de Dios se hunde en una aparente belleza de los placeres
terrenales, pero la Biblia en esta historia nos dice que solo estamos
descendiendo.
Además le costó: “y
halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para
irse con ellos a Tarsis”. Malgastamos nuestro tiempo y nuestros recursos cuándo
estamos separados de Dios. Lo gastamos en cosas efímeras que van a ser
destruídas, y descuidamos la causa de Dios, que edifica para vida eterna.
Esto le sucedió al
pueblo de Israel, reflexionemos en las palabras que les dirigió el Señor: “Sembráis
mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis
satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su
jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre
vuestros caminos” (Hag. 1:6,7).
Es cierto que hay
millonarios que tienen muchísimo dinero a pesar de su maldad, pero al final de
su existencia se darán cuenta que todo eso fue inútil, que en realidad
recibieron su “jornal en saco roto”.
La contraparte está en aquellos que aunque pobres en este mundo son ricos para
con Dios, estos “descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Ap. 14:13).
Además resulta absurdo
que Jonás quisiera huir de la presencia del Señor, en el Salmo 139:7-10 leemos
lo siguiente: “¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás
tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el
extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra”.
Dios es Omnipresente,
nada queda oculto ante sus ojos de llama de fuego que todo lo escudriñan. Y no
nos busca porque sea autoritario, nos busca porque nos ama, y desea lo mejor
para nosotros, tal como está ejemplificado en las 3 parábolas de Lucas 15.
Hemos
visto que aunque Jonás es un libro pequeño tiene muchas lecciones para
nosotros, posteriormente publicaremos más acerca de este fascinante libro de
las Escrituras.
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