El tema de la
música es muy importante para la humanidad en general. La música ha sido parte
de nuestra identidad y de nuestros valores. Por ello es importante, ver a la
luz de la Biblia, que principios debemos considerar al oír música, sobre todo
en el Templo de Dios el cual debemos considerar como un lugar Santo porque es
donde nos encontramos con Dios.
En realidad este
tema resulta un tanto controversial, aún dentro de nuestra iglesia con motivo
de falta de conocimiento. Pero si nos guiamos a la luz de la Biblia no tiene por
qué haber dudas ni problemas al respecto.
Es un tema muy
extenso así que lo presentaremos en 3 partes. Esta primer parte trata de cuándo,
dónde y cómo debemos emplear la música en adoración a Dios. La finalidad es
extraer principios que debemos respetar para que la música realmente alabe a
Dios y no cree confusión.
Nuestro deseo es
que esta presentación sirva como guía a todos aquellos que desean adorar a Dios
“en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren” (Jn. 4:23).
Pablo se presenta como siervo de Jesucristo “Pablo y
Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en
Filipos, con los obispos y diáconos” (Fil. 1:1).
Hechos 9:1-9 habla de cómo fue la conversión de Saulo. De
ser perseguidor de Cristo en la persona de sus santos, se tornó en su siervo.
Dejó la enemistad natural que todos tenemos hacía Dios y permitió que entrará
en su vida.
2 Corintios 1:8; Filipenses 1:13.Pablo fue atacado por el enemigo, hasta
estuvo en peligro de muerte, en su servicio por Cristo, fue azotado y fue
encarcelado. Lo mismo sucede con aquellos que renuncian al pecado y aceptan a
Cristo, Satanás los acosará para que se desanimen y abandonen el camino pero como
Pablo mismo cita: “Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a
mi alma” (He. 10:38). Una vez en el ministerio del Señor no debemos volver
atrás “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia
atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc. 9:62).
Hechos 19:23-41. Pablo habló intrépidamente contra falsas
creencias de su tiempo, y por ello fue censurado y perseguido. Los laicos
debemos entender que tenemos un ministerio, que muchas veces no es popular,
pero que tiene el sello divino, cuya recompensa son preciosas almas para vida
eterna. Muchas personas creen a pesar de la oposición, y es por estas almas que
debemos continuar y no desanimarnos.
A pesar de todas las pruebas por las cuales pasaba Pablo
dice que se gozaba en los sufrimientos que padecía por Cristo: “Ahora me gozo
en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Col. 1:24). El no
desertó ni claudicó en su ministerio. Consideraba un supremo honor servir a
Cristo “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21).
Pablo lo que más deseaba era concluir la obra de evangelización para ya estar
con Cristo.
La tibieza
el arma del enemigo
El Diablo se ensaño contra la iglesia, pero la
persecución y la muerte de los cristianos no le dio resultados así que cambió
de estrategia. Constantino en el año 325 d. C., tuvo un sueño por el cual se
volvió cristiano. Hizo un concilio, el de Nicea, en el cuál llegaron 300
obispos y así cambió la estrategia de en vez de perseguir a la cristiandad
distraerla con lujos y placeres mundanos.
Apocalipsis 3:17 “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he
enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” es la condición prevaleciente
en el mundo cristiano, y esto incluye a nuestra iglesia Adventista. Así
que el ministerio laico consiste en mostrar a la gente su verdadera condición,
como lo hiciera de forma intrépida y valiente Pablo, para que las personas “se
conviertan, Y yo [Dios] los sane” (Hch. 28:27).
La obra deculminación del evangelio debe ser terminada por aquellos que aman de
todo corazón a Cristo, como lo hiciera el apóstol Pablo. Cada uno de nosotros
tiene familiares y amigos que necesitan venir y conocer al que nos da
salvación. Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, y nos coloca en el
lugar en que podemos servir a su causa, de nosotros depende la fidelidad con
que sirvamos al Señor, recordando la siguiente exhortación: “y al que sabe
hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stg. 4:17).
Continuar en
la obra de Dios
Filipenses 4:1-7. Pablo menciona muchas veces el gozo,
para él era un honor y un privilegio predicar. A veces, como laicos, presentamos
el evangelio a las personas y somos rechazados, menospreciados y hasta odiados
de muchas personas, y sin embargo no llegamos a las dificultades y pruebas que
sufrieran hombres como Pablo (salvo algunas excepciones).
Debemos acercarnos a Cristo cada día para que nos de su
Santo Espíritu y nos de valor para continuar en su obra y nos ayude a levantar
a la iglesia, a pesar de la tibieza, y la oposición.
Dios quiere que mejoremos cada día, que velemos por que
la obra de Cristo se desarrolleen su
iglesia, debemos dar testimonio práctico en nuestra vida diaria, en la calle,
en el trabajo, en cualquier lugar donde estemos, como laicos nuestra vida debe
ser un testimonio. “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que
está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús” (Fil 3:12-14).
Que
Dios bendiga a todos los laicos que con corazón sincero sirven voluntariamente
en la causa de Dios. Para ellos es la siguiente promesa “Así que, hermanos míos
amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre,
sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co. 15:58).
La verdadera
oración "es el acto de abrir el corazón a Dios como a un amigo" (El
Camino a Cristo, Ellen G. White, pág. 93). Cuando hablamos con un amigo de
nuestra entera confianza lo hacemos libremente y sin reservas. Es una
comunicación directa y franca donde expresamos lo que más nos interesa.
Regularmente es un
momento gratificante en el cual nos alegramos y comunicamos nuestros éxitos, ideas,
planes o simplemente compartimos momentos agradables. Aunque también nos
acercamos a nuestros amigos para recibir consejos, sugerencias y hasta consuelo
y apoyo en los momentos difíciles.
Cuándo hablamos
con un amigo, no nos dedicamos únicamente a contarle cosas tristes y a pedirle
favores, de lo contrario se cansarían de nosotros. Es importante esto cuando lo
necesitamos pero no debe ser lo único que se hace. Nuestros amigos se alegran
cuándo compartimos nuestra gratitud y entusiasmo con ellos. De igual forma
debemos ser agradecidos con Dios por todas las bendiciones que nos da.
Debemos hacer de
la oración el momento en que nos acercamos a nuestro mejor y más fiel amigo.
Como diría el conocido himno “Oh que amigo nos es Cristo” (Himnario adventista antiguo
# 349):
“¡Oh,
que amigo nos es Cristo!
El
sintió nuestra aflicción
Y
nos manda que llevemos
todo
a Dios en oración.
¿Vive
el hombre desprovisto
de
consuelo y protección?
Es
por que no tiene dicho
todo
a Dios en oración”
Este Himno nos
invita a confiar en Jesús como nuestro amigo y a llevarle todas nuestras penas,
aunque también nuestras alegrías, y nos muestra también que Jesús nos entiende
perfectamente, puesto que el siente nuestro dolor.
Dios nos
conoce perfectamente
Nuestra vida es un
libro abierto que él conoce con tanto detalle que "aún los cabellos de
vuestra cabeza están todos contados” (Lc. 12:7).
Otra ilustración
que ejemplifica muy bien lo que es la oración es la tierna relación que existe
entre un padre y sus hijos "Como el padre se
compadece de los hijos,
Se compadece
Jehová de los que le temen" (Sal. 103:13).
A Dios le agrada
cuándo lo buscamos con toda sinceridad. El escucha atentamente nuestras
plegarias, aunque a nosotros nos parezca que no nos oye. Pero él que conoce el
fin desde el principio nos otorga solo aquello que es para nuestro verdadero
beneficio: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,
dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis"
(Jer. 29:11).
“Somos tan cortos de
vista y propensos a errar, que algunas veces pedimos cosas que no serían una
bendición para nosotros, y nuestro Padre celestial contesta con amor nuestras oraciones
dándonos aquello que es para nuestro más alto bien, aquello que nosotros mismos
desearíamos si, alumbrados de celestial saber, pudiéramos ver todas las cosas
como realmente son” (El Camino a Cristo, Ellen G. White, págs. 96,97).
“Por supuesto, pretender
que nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma forma y según la
cosa particular que pidamos, es presunción. Dios es demasiado sabio para
equivocarse y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad.
Así que no temáis confiar en él, aunque no veáis la inmediata respuesta de
vuestras oraciones” (El Camino a Cristo, Ellen G. White, pág. 97).
"Yo conozco
que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti" (Job
42:2). Dios conoce nuestros más caros pensamientos, anhelos y preocupaciones:
"El que sustenta
los innumerables mundos diseminados por la inmensidad, también tiene cuidado
del gorrioncillo que entona sin temor su humilde canto. Cuando los hombres van
a su trabajo o están orando; cuando descansan o se levantan por la mañana;
cuando el rico se sacia en el palacio, o cuando el pobre reúne a sus hijos
alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial vigila tiernamente a todos. No
se derraman lágrimas sin que él lo note. No hay sonrisa que para él pase
inadvertida" (El Camino a Cristo, Ellen G. White, pág. 86).
Orad sin
cesar
Dios nos ama tanto,
nos da tantas bendiciones que damos por hecho y que consideramos algo
cotidiano, sin embrago cada latido de nuestro corazón, cada respiración es la
vida que el quiso compartir con cada uno de nosotros.
Llevemos nuestras oraciones
a Dios, libres de egoísmo, perdonándonos y amándonos unos a otros como él nos
ha mandado, para que nada estorbe nuestras oraciones.
“Orad en vuestro
gabinete; y al ir a vuestro trabajo cotidiano, levantad a menudo vuestro
corazón a Dios. De este modo anduvo Enoc con Dios. Esas oraciones silenciosas llegan como precioso incienso al trono de la
gracia. Satanás no puede vencer a aquel cuyo corazón está así apoyado en Dios.
No hay tiempo o lugar en quesea
impropio orar a Dios. No hay nada que puedaimpedirnos elevar nuestro corazón en ferviente oración. Enmedio de las multitudes y del afán de
nuestros negocios,podemos ofrecer a
Dios nuestras peticiones e implorar ladivina
dirección […] En dondequiera que estemos podemos estar en comunión con él.
Debemos tener abierta continuamente la puerta del corazón, e invitar siempre a
Jesús a venir y morar en el alma como huésped celestial” (El Camino a Cristo,
Ellen G. White, pág. 100).
El consejo del apóstol
Pablo es:
“Orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef. 6:18) y “Orad sin cesar” (1
Ts. 5:17).
Que Dios los
bendiga, y no olviden orar por todos aquellos que están en necesidad, y por
todos aquellos que están conociendo la palabra de Dios. Amen.