Importancia de conservar la salud
La salud es un don
maravilloso que Dios nos da y que vale más que todas las riquezas del mundo.
Cuántos millonarios darían toda su fortuna por recuperar la salud. Conservarnos
en buen estado es parte del plan de Dios para que seamos felices, y para que
tengamos “vida en abundancia” (Jn.
10:10).
Además las
personas con salud deteriorada son más propensas a caer en los lazos y las
tentaciones del enemigo que aquellas que tienen todas sus facultades despiertas
y alerta.
Y nuestro cuerpo
no es realmente nuestro, solo somos administradores y habremos de dar cuentas
al Creador: “Porque Dios traerá toda obra
a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl.
12:14) y eso incluye como tratamos nuestro cuerpo, el cual tiene un costo
infinitamente más elevado que todo el dinero del mundo: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación” (1 Ped. 1:18,19).
Degeneración en el cuerpo por falta de caminata
La creciente cantidad
de enfermedades por agotamiento o de tipo degenerativo, de casos de senilidad
precoz y de trastornos debidos a la vida moderna, se atribuye acertadamente al
hecho de permanecer sentados demasiado.
Entre tales
enfermedades se cuentan la artrosis de las extremidades y de la columna
vertebral, las dolencias de los discos intervertebrales, los trastornos
circulatorios, las afecciones cardíacas, la distonía vegetativa y diversas
afecciones de origen nervioso que atacan al estómago, los intestinos y los
riñones.
El hombre ha sido
dotado por Dios de unos miembros inferiores aptos para la carrera, pero los
músculos de los muslos y las piernas degeneran si permanecen inactivos. Un
entrenamiento progresivo aumenta considerablemente la fuerza muscular. Practicados
correctamente, los ejercicios musculares vivifican el metabolismo, estimulan
las funciones de la piel, de las glándulas, del sistema nervioso y de la
circulación.
El Señor nos creó
como seres físicos, con necesidades físicas. La ociosidad es pecado, como
también lo es descuidar de manera voluntaria nuestros cuerpos. “Nuestro primer
deber hacia Dios y nuestros semejantes es el desarrollo individual. Cada facultad
con que el Creador nos ha dotado debemos cultivarla hasta el más alto grado de perfección,
para realizar la mayor suma de bien de la cual seamos capaces. Por tanto, está bien
invertido el tiempo que se usa en la adquisición y la preservación de la salud
física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o inhabilitar ninguna
función del cuerpo o de la mente” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White
pág. 15).
Caminar trae salud
El doctor L.
Oertel consiguió excelentes resultados en sus pacientes cardiacos haciéndoles
dar paseos cada vez más largos y en cuesta. En sus “curas de paseo” las piernas
obligan al corazón a fortificarse y a aumentar su rendimiento. La “cura de
paseo” se recomienda después de una enfermedad grave o de una prolongada
permanencia en cama, para fortalecer la musculatura debilitada.
Frente a los
esfuerzos que se realizan en los aparatos gimnásticos fijos (bicicleta y remo),
el paseo con sus distintas fases tiene la enorme ventaja psicológica de la
variedad de paisajes y del ejercicio al aire libre. El grado de dificultad
puede variarse también discrecionalmente cambiando el ritmo.
Además, esta cura
ejerce un efecto benéfico sobre la musculatura debilitada de los sedentarios,
sobre los corazones vagos y sobre la obesidad, a condición, eso sí, de que se
evite todo exceso durante el entrenamiento y que el esfuerzo corporal se vaya
incrementando de manera muy paulatina. Como todo tratamiento, la cura de paseo
deber ser prescrita y dosificada por el médico.
Las estadísticas
de las compañías de seguros demuestran que el exceso de peso acorta la vida: si
es del 15% la mortalidad aumenta un promedio de 25%; si es del 16 al 25% la
mortalidad crece en un 45%. El incremento del índice de mortalidad puede llegar
al 75% si el peso sigue aumentando. La caminata es muy eficaz para estos casos.
Durante un paseo de 1 hora se queman 200 a 400 calorías.
Caminar también
ejerce una influencia benéfica sobre la función cardiaca y la circulatoria.
Provoca en los miembros un tono muscular bien equilibrado, que facilita la
circulación sanguínea y especialmente el retorno al corazón de la sangre
venosa. Por el contrario, una musculatura débil y mal desarrollada, unida a un
elevado contenido de grasas en la sangre facilita la aparición de trombosis,
embolias e infartos. Caminar mejora la corriente circulatoria y la oxigenación
del corazón. Es el medio más sencillo y natural de prevenir la angina de pecho
y los infartos al miocardio.
Además caminar
favorece la respiración, y, con ello produce una notable mejoría en el
funcionamiento de los pulmones y el diafragma. Así los lóbulos pulmonares se
despliegan con más fuerza, están mejor irrigados y, por lo tanto, mejor
protegidos contra los microbios.
El metabolismo se
regulariza y el hígado, mejor irrigado, cumple sus funciones de
desintoxicación; las deposiciones son normales, hecho cada vez menos frecuente
entre las personas a quienes falta el ejercicio.
Una excelente
manera de realizar la caminata es acompañados por nuestra familia y amigos. Así
cuidamos nuestra salud y convivimos sanamente con nuestros seres amados (la
desintegración familiar es de lo mayores males que aquejan a la sociedad
moderna, cuántos hogares destruidos estarían unidos si se dieran un tiempo de
calidad).
“El organismo vivo
es propiedad de Dios; le pertenece por el derecho que le confieren la creación
y la redención. Por lo tanto, por el empleo equivocado de cualquiera de
nuestras facultades, despojarnos a Dios del honor que le debemos” (Consejos
sobre el régimen, Ellen G. White pág. 16).
Elevar la temperatura al caminar ayuda a curar enfermedades
Caminar eleva la
temperatura del cuerpo y refuerza así las defensas contra las infecciones.
Muchas experiencias han demostrado que una elevación de temperatura de 1 o 2
grados centígrados por encima de lo normal destruye gran cantidad de bacterias,
o por lo menos, las debilita, y permiten eliminar rápidamente sus toxinas.
En períodos de
epidemias gripales, cada uno debiera dedicar, por lo menos, una hora diaria a caminar
a buen paso o hacer ascensiones, para provocar un recalentamiento de todo el
organismo.
Incluso cuando se
observa un principio de infección –resfriado o gripe- con ronquera, dolores de
garganta, molestias en las vías respiratorias, jaquecas, estornudos,
escalofríos y otras molestias es posible neutralizarlas por medio de una buena
caminata.
“El dejar de
cuidar la maquinaria viviente es un insulto infligido al Creador. Existen reglas
divinamente establecidas que, si se observan, guardarán a los seres humanos de
la enfermedad y la muerte prematura” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White
pág. 17).
Caminar es mejor que medicarse
“Cuando el tiempo
lo permite, todos los que puedan hacerlo, debieran caminar al aire libre en
verano e invierno. Pero la ropa debiera ser apropiada para el ejercicio, y los
pies debieran estar bien protegidos. Una caminata, aun en invierno, sería más
benéfica para la salud que todas las medicinas que los médicos puedan
prescribir. Los músculos y las venas pueden realizar mejor su trabajo. Habrá un
aumento de la vitalidad, tan necesaria para la salud” (Testimonios para la
iglesia, Ellen G. White, tomo 2, págs. 468-473).
Dios ha regalado
la bendición de caminar a los seres humanos, salvo las personas con capacidades
diferentes, todos pueden caminar. Dios comparte sus bendiciones con toda la
humanidad “hace salir su sol sobre malos
y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mt. 5:45). No hay excusa
para no cuidar nuestra salud al caminar un rato diariamente, incluso es un
momento en que podemos estar en comunión con Dios al orar mientras caminamos, escuchar
música que edifique, audio sermones o audio libros cristianos.
Comprados por precio
“Aprendemos una
gran lección cuando nos damos cuenta de nuestra relación con Dios, y su relación
con nosotros. Las palabras: ‘No sois
vuestros, porque habéis sido comprados por precio’ (1 Cor, 6:19, 20), deben
grabarse permanentemente en nuestra memoria, para que siempre reconozcamos el
derecho que Dios tiene sobre nuestros talentos, nuestra propiedad, nuestra
influencia, nuestra individualidad personal. Hemos de aprender cómo tratar este
don de Dios constituido por la mente, el alma y el cuerpo, para que, como
posesión comprada por Cristo, podamos realizar un servicio saludable y grato
para él” (Consejos sobre el régimen, Ellen G. White pág. 75).
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La Salud por la Naturaleza. 5ª.
Edición. Dr. E. Schneider. Asociación Publicadora Interamericana.
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www.laicos.org