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jueves, 4 de julio de 2013

El valle de los huesos secos



El profeta Ezequiel ejerció su ministerio entre el 595 y el 570 a. C. Vivía entre los desterrados de Israel por Nabucodonosor en Babilonia. Era un tiempo de prueba y dificultades, la esperanza de prosperidad de muchos se había perdido totalmente al ser destruidos todos sus bienes y recuerdos. Este es el contexto en el cuál el profeta Ezequiel tuvo una visión en la que veía unos huesos secos.



"La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera"  (Ez.  37:1,2).

Esos huesos secos representaban la muerte, el desconsuelo por el cual estaba pasando el pueblo de Dios, la resequedad de sus esperanzas frustradas ¿Te has sentido así alguna vez? Veamos que más dice el relato.

¿Vivirán estos huesos?

Muchos viven como si fueran esos huesos secos: sin vida, con la resequedad de la soledad. Pero la visión continúa:

Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (Ez. 37:3-5).

Solo Dios es capaz de dar vida, por medio del espíritu que imparte en cada uno de nosotros. La vida es un milagro maravilloso: Dios la comparte con nosotros. Cada latido de nuestro corazón es solo porque Dios lo permite, porque proporciona todo lo necesario para nuestra existencia.

Ni los más brillantes científicos, ni aún los ángeles más poderosos (entre ellos Satanás) son capaces de dar vida al más minúsculo microbio. Todos son seres creados, solo Dios es capaz de dar vida, y de tener vida por sí mismo, por ello Él es el único digno de adoración, el único que puede transformar a una persona o a una circunstancia de manera radical.

En esta visión no es la voluntad de Dios que los huesos se queden muertos:

Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová” (Ez. 37:6).

La obra creadora de Dios no concluyo en el Génesis cuándo forma los cielos y la Tierra, Pablo nos exhorta: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef. 4:22-24). Por causa del pecado Dios quiere volver a darnos vida y crearnos de nuevo para restaurar en nosotros la semejanza con Dios.

Cada hueso en su lugar


Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso” (Ez. 37:7).

¿Tu vida no tiene pies ni cabeza? ¿Ya no sabes cómo ordenarla? El Omnipotente Dios que pone cada galaxia en su lugar, cada átomo en su sitio conoce perfectamente cada detalle de tu persona, tanto que te conoce mucho mejor que tú mismo. Y él desea que tengas una vida abundante y llena de paz, pero esto solo puede lograrse si permites que su Santo Espíritu haga su obra de restauración en ti.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). Dios no permaneció indiferente a nuestra condición, vino para darnos vida abundante, esta vida comienza ahora mismo si permites que transforme tu vida y se manifestará plenamente cuándo el vuelva.

El Espíritu de vida


Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Ez. 37:8-10).

Ezequiel estaba frente a muchos cadáveres, hasta que el Espíritu de Dios entro en ellos fue que llegaron a ser seres vivientes. Así ocurrió en el Génesis, cuándo “Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). Es imposible tener vida sin Dios.

El Espíritu Santo de Dios es una de las personas coeternas de la Deidad; no es una fuerza impersonal, ni tampoco es una energía de la cual podemos disponer cuándo lo deseemos como el caso de la energía eléctrica. Es Dios mismo en su manifestación omnipresente, y por su medio Dios desea habitar con nosotros: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Co. 6:19).

Así, ocurre que la obra del Espíritu Santo es crucial para la vida de los seres humanos. Si nos resistimos a esta obra solo cosecharemos la muerte, puesto que es la fuente de vida. Es por medio de este Santo Espíritu que podemos ser transformados y llegar a ser “nuevas criaturas”, ya no enemistadas con Dios como consecuencia del pecado, sino a la imagen de Dios como debía ser en un principio, y así tendremos sus maravillosos frutos en nuestra vida: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gá. 5:22,23).

Sin los frutos del Espíritu en nuestra vida tendremos una existencia demacrada, muerta y seca como los huesos de esta visión. ¿Quieres tener una vida abundante y feliz a pesar de los problemas y las luchas? Solo por medio del Espíritu Santo podrás tener verdadera felicidad y paz en el corazón, a pesar de las circunstancias. Si no lo crees, has la prueba y te convencerás de los resultados.

Volver a vivir


Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ez. 37:11-14).
  
En este pasaje se nos menciona que los huesos secos eran el símbolo de la condición en que se encontraban los del pueblo de Israel: exiliados, humillados, solitarios, sin esperanza. Con el anhelo de volver a su tierra y vivir en paz y prosperidad.

Pero Dios dice “yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas”. El peor enemigo que tenemos es la muerte, pareciera que no tenemos nada que hacer en su contra, pero hubo uno que dijo: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” (Ap. 1:17,18).

Jesús puede vencer tus miedos y temores, puede vencer lo que a nosotros parece irremediable como lo es la muerte. Pero el respeta tus decisiones, jamás te obligara a nada que tu no quieras, aún se digna siendo El Rey de Reyes a suplicarnos a nosotros débiles mortales: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20).

Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío”. Esta visión no se queda solamente en esta Tierra, es el propósito de Dios cuándo el vuelva por segunda vez terminar con el sufrimiento y la muerte de su pueblo. Rápidamente nos acercamos al final, los engaños de Satanás y sus ángeles se intensificarán porque “tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). Pero también se acerca el tiempo en que nadie dudará de que Dios está al control de todo y que siempre ha amado a los suyos, será el tiempo cuándo se cumplan las palabras “y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”.

Miraremos en aquel entonces hacia atrás con agradecimiento, y confirmaremos que Dios cumple sus promesas, y que a pesar de pruebas y dificultades siempre fue nuestro pastor. Que Dios te bendiga y te de vida.

4 comentarios:

  1. Bendición del Eterno estoy agradeciendo por permitirme conocer un poco mas; porque esta profecía es aplicable para el tiempo del fin

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  2. Amen esperando ese día glorioso cundo el señor vuelva en gloria a llevarnos

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