El profeta
Ezequiel ejerció su ministerio entre el 595 y el 570 a. C. Vivía entre los
desterrados de Israel por Nabucodonosor en Babilonia. Era un tiempo de prueba y
dificultades, la esperanza de prosperidad de muchos se había perdido totalmente
al ser destruidos todos sus bienes y recuerdos. Este es el contexto en el cuál
el profeta Ezequiel tuvo una visión en la que veía unos huesos secos.
"La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó
en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de
huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran
muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera" (Ez.
37:1,2).
Esos huesos secos
representaban la muerte, el desconsuelo por el cual estaba pasando el pueblo de
Dios, la resequedad de sus esperanzas frustradas ¿Te has sentido así alguna
vez? Veamos que más dice el relato.
¿Vivirán estos huesos?
Muchos viven como
si fueran esos huesos secos: sin vida, con la resequedad de la soledad. Pero la
visión continúa:
“Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos
huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre
estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos:
He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (Ez. 37:3-5).
Solo Dios es capaz
de dar vida, por medio del espíritu que imparte en cada uno de nosotros. La
vida es un milagro maravilloso: Dios la comparte con nosotros. Cada latido de
nuestro corazón es solo porque Dios lo permite, porque proporciona todo lo
necesario para nuestra existencia.
Ni los más brillantes
científicos, ni aún los ángeles más poderosos (entre ellos Satanás) son capaces
de dar vida al más minúsculo microbio. Todos son seres creados, solo Dios es
capaz de dar vida, y de tener vida por sí mismo, por ello Él es el único digno
de adoración, el único que puede transformar a una persona o a una
circunstancia de manera radical.
En esta visión no
es la voluntad de Dios que los huesos se queden muertos:
“Y pondré tendones sobre vosotros, y haré
subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová” (Ez. 37:6).
La obra creadora
de Dios no concluyo en el Génesis cuándo forma los cielos y la Tierra, Pablo
nos exhorta: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad” (Ef. 4:22-24). Por causa del pecado Dios quiere volver a
darnos vida y crearnos de nuevo para restaurar en nosotros la semejanza con
Dios.
Cada hueso en su lugar
“Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo
un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se
juntaron cada hueso con su hueso” (Ez. 37:7).
¿Tu vida no tiene
pies ni cabeza? ¿Ya no sabes cómo ordenarla? El Omnipotente Dios que pone cada
galaxia en su lugar, cada átomo en su sitio conoce perfectamente cada detalle
de tu persona, tanto que te conoce mucho mejor que tú mismo. Y él desea que tengas
una vida abundante y llena de paz, pero esto solo puede lograrse si permites
que su Santo Espíritu haga su obra de restauración en ti.
“El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). Dios no permaneció indiferente a
nuestra condición, vino para darnos vida abundante, esta vida comienza ahora
mismo si permites que transforme tu vida y se manifestará plenamente cuándo el
vuelva.
El Espíritu de vida
“Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la
carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos
espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al
espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y
sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y
entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército
grande en extremo” (Ez. 37:8-10).
Ezequiel estaba
frente a muchos cadáveres, hasta que el Espíritu de Dios entro en ellos fue que
llegaron a ser seres vivientes. Así ocurrió en el Génesis, cuándo “Dios formó
al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). Es imposible tener vida sin Dios.
El Espíritu Santo
de Dios es una de las personas coeternas de la Deidad; no es una fuerza
impersonal, ni tampoco es una energía de la cual podemos disponer cuándo lo
deseemos como el caso de la energía eléctrica. Es Dios mismo en su
manifestación omnipresente, y por su medio Dios desea habitar con nosotros: “¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Co. 6:19).
Así, ocurre que la
obra del Espíritu Santo es crucial para la vida de los seres humanos. Si nos
resistimos a esta obra solo cosecharemos la muerte, puesto que es la fuente de
vida. Es por medio de este Santo Espíritu que podemos ser transformados y llegar
a ser “nuevas criaturas”, ya no enemistadas con Dios como consecuencia del
pecado, sino a la imagen de Dios como debía ser en un principio, y así
tendremos sus maravillosos frutos en nuestra vida: “Mas el fruto del Espíritu
es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley” (Gá. 5:22,23).
Sin los frutos del
Espíritu en nuestra vida tendremos una existencia demacrada, muerta y seca como
los huesos de esta visión. ¿Quieres tener una vida abundante y feliz a pesar de
los problemas y las luchas? Solo por medio del Espíritu Santo podrás tener
verdadera felicidad y paz en el corazón, a pesar de las circunstancias. Si no
lo crees, has la prueba y te convencerás de los resultados.
Volver a vivir
“Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos
huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron,
y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza,
y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros,
pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de
Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque
de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y
viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ez. 37:11-14).
En este pasaje se
nos menciona que los huesos secos eran el símbolo de la condición en que se
encontraban los del pueblo de Israel: exiliados, humillados, solitarios, sin
esperanza. Con el anhelo de volver a su tierra y vivir en paz y prosperidad.
Pero Dios dice “yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os
haré subir de vuestras sepulturas”. El peor enemigo que tenemos es la
muerte, pareciera que no tenemos nada que hacer en su contra, pero hubo uno que
dijo: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto;
mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de
la muerte y del Hades.” (Ap. 1:17,18).
Jesús puede vencer
tus miedos y temores, puede vencer lo que a nosotros parece irremediable como
lo es la muerte. Pero el respeta tus decisiones, jamás te obligara a nada que
tu no quieras, aún se digna siendo El Rey de Reyes a suplicarnos a nosotros
débiles mortales: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20).
“Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra
vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío”. Esta
visión no se queda solamente en esta Tierra, es el propósito de Dios cuándo el
vuelva por segunda vez terminar con el sufrimiento y la muerte de su pueblo.
Rápidamente nos acercamos al final, los engaños de Satanás y sus ángeles se
intensificarán porque “tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). Pero también se
acerca el tiempo en que nadie dudará de que Dios está al control de todo y que
siempre ha amado a los suyos, será el tiempo cuándo se cumplan las palabras “y os haré reposar sobre vuestra tierra; y
sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”.
Miraremos en aquel
entonces hacia atrás con agradecimiento, y confirmaremos que Dios cumple sus
promesas, y que a pesar de pruebas y dificultades siempre fue nuestro pastor. Que
Dios te bendiga y te de vida.
DIOS LOS BENDIGA
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarBendición del Eterno estoy agradeciendo por permitirme conocer un poco mas; porque esta profecía es aplicable para el tiempo del fin
ResponderBorrarAmen esperando ese día glorioso cundo el señor vuelva en gloria a llevarnos
ResponderBorrar