Introducción
Dios es amor (ver 1 Juan 4:8) esto lo revela
continuamente en su providencia (ver Salmo 65; Lucas 12:22-31) y lo vino a
demostrar más plenamente Cristo cuando vino al mundo (ver Juan 6:44-47;
14:8-11) para presentar el verdadero carácter de Dios: un padre amoroso que está
buscando a sus hijos perdidos (ver Lucas 15)
y no escatimó nada para rescatarnos: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (Jn. 3:16,17).
El enemigo desvirtúa el carácter de Dios
Desde el principio de la controversia entre el bien y el
mal, Lucifer presentó a los seres celestiales a Dios como injusto, como alguien
arbitrario que restringía la libertad de sus criaturas y que imponía una ley
imposible de cumplir.
Dios mismo rogo con paciencia y amor a Lucifer que
desistiera de la rebelión, porque sabía que solo traería dolor y miseria. Pero
Dios nos ama tanto que no nos obliga a nada, respeta nuestro libre albedrío
porque desea el amor sincero de sus criaturas, y por ello permitió que Lucifer
“Portador de luz” se convirtiera en
Satanás “Adversario”.
A partir de ese momento este adversario se ha encargado
de engañar al mundo entero (ver Apocalipsis 12:9), presentando a Dios de forma equivocada como lo hiciera en el
cielo. Y tristemente este es el concepto que muchos tienen de Dios.
“Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios como un
ser cuyo principal atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un
duro, estricto acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando con ojo
celoso por discernir los errores y faltas de los hombres, para visitarlos con
juicios. Por esto vino Jesús a vivir entre los hombres, para disipar esa densa
sombra, revelando al mundo el amor infinito de Dios” (El camino a Cristo, Elena
G. White, pág. 8).
Como presentan las Escrituras a Dios
Esta es la definición que la biblia da acerca de Dios y
de su carácter: “Dios es amor” (1 Jn. 4:8). “Está escrito en cada capullo de
flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que
llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente
matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del
bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan testimonio del tierno
y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos”
(El camino a Cristo, Elena G. White, pág. 8).
“La Palabra de Dios revela su carácter. El mismo ha
declarado su infinito amor y piedad. Cuando Moisés dijo: ‘Ruégote me permitas
ver tu gloria’, Jehová respondió: ‘Yo haré que pase toda mi benignidad ante tu
vista’ (Éx. 33: 18, 19). Tal es su gloria. Jehová pasó delante de Moisés y
clamó: ‘Jehová, Jehová, Dios compasivo y clemente lento en iras y grande en
misericordia y en Fidelidad; que usa de misericordia hasta la milésima
generación; que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado’ (Éx. 34: 6,
7) ‘Lento en iras y grande en misericordia’ (Jon. 4: 2). ‘Porque se deleita en
la misericordia’ (Mi. 7: 18)” (El camino a Cristo, Elena G. White, pág. 8).
En otro pasaje se dice del amor “Todo lo sufre, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Co. 13:7). Así el amor es el
principal atributo del carácter y el gobierno de Dios, esto quedo más que
demostrado en el plan de salvación, en donde no se escatimo nada para
redimirnos, antes bien Dios lo dio todo porque nos ama desde la eternidad.
Cristo vino al mundo para demostrar el verdadero carácter
Dios. Vino a desmentir todas las acusaciones de Satanás que lo pintan como
injusto y arbitrario. Toda su vida sobre la tierra consistió en rescatar lo que
se había perdido, vino a morar entre nosotros, sanando, bendiciendo, alentando
trayendo esperanza. Y de estas acciones el mismo dice: “Les dijo, pues, Jesús:
Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y
que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque
el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago
siempre lo que le agrada.” (Jn. 8:28,29).
“Pasó haciendo bien y sanando a todos los oprimidos de
Satanás. Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor en casa
alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos. Su obra
demostraba su divina unción. En cada acto de su vida revelaba amor,
misericordia y compasión; su corazón rebosaba de tierna simpatía por los hijos
de los hombres. Tomó la naturaleza del hombre para poder simpatizar con sus
necesidades. Los más pobres y humildes no tenían temor de allegársele. Aun los
niñitos se sentían atraídos hacia él. Les gustaba subir a sus rodillas y
contemplar ese rostro pensativo, que irradiaba benignidad y amor” (El camino a
Cristo, Elena G. White, pág. 10).
Jesús muestra a Dios como un tierno padre que ama,
perdona y busca a sus hijos (ver Lucas 15). Estas parábolas ilustran como es el
Padre celestial, no importaron los problemas y adversidades, el encontrar y
restaurar lo perdido es lo más importante “Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento” (Lc. 15:7).
“Tal es el carácter de Cristo como se revela en su vida.
Este es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde manan los ríos
de compasión divina, manifestada en Cristo para todos los hijos de los hombres.
Jesús el tierno y piadoso Salvador, era Dios ‘manifestado en la carne’ (1 Ti.
3: 16)” (El camino a Cristo, Elena G. White, pág. 11).
Llamado
Cuando suceden catástrofes o desgracias las personas
culpan a Dios por ello, cuando en realidad es Satanás mismo quien provoca todo
el mal y el dolor a la humanidad. Más bien es por la misericordia de Dios que
la maldad y la destrucción del mundo no se han precipitado “Después de esto vi
a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los
cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra,
ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.” (Ap. 7.1).
Sin embargo este espíritu re-frenador se está retirando
de la tierra, “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido
desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt.24:21). Y esto lo
podemos constatar simplemente al ver los noticieros y ver como el mundo está
plagado de violencia e injusticia.
Por ello Dios que ama a sus verdaderos hijos va a
regresar por ellos, y no permitirá que sigan padeciendo, viene para vindicar su
nombre y el de sus hijos. Pero como el hijo mayor de la parábola el Padre no
nos obliga a entrar en la fiesta, nos invita a hacerlo: “He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). ¿Aceptaremos esa invitación? Esa decisión
solo nosotros podemos tomarla.
“Cuanto más estudiamos el carácter divino a la luz de la
cruz, más vemos la misericordia, la ternura y el perdón unidos a la equidad y
la justicia, y más claramente discernimos pruebas innumerables de un amor
infinito y de una tierna piedad […] Romperse puede todo lazo humano, separarse
el hermano del hermano, olvidarse la madre de sus hijos, variar los astros sus
senderos fijos; mas ciertamente nunca cambiará el amor providente de Jehová”
(El camino a Cristo, Elena G. White, pág. 14).
Si desea ver este tema como presentación lo puede hacer
en el siguiente link:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario