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martes, 8 de abril de 2014

¿Se preocupa Dios realmente?



Preguntas dolorosas

Dios es todopoderoso. El mundo tiene muchos problemas, preocupaciones, penas y tragedias. ¿Por qué no hace Dios algo al respecto?

Por ejemplo, se dice de Cristo que es el gran Médico. ¿Por qué permite que tantas personas sufran y mueran de cáncer? Se lo llama también el “Príncipe de paz”. ¿Por qué permite que miles de inocentes, incluso niñitos, sufran las torturas y los horrores de la guerra? Cristo dice también: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¿Por qué permite que millones de personas sufran de hambre y pobreza?


Quizá no sean preguntas agradables, pero requieren una respuesta. La mayoría de las personas necesita una respuesta, y una respuesta que no se demore. La Biblia no evade esas cuestiones. Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz. Es la transgresión de la ley de Dios (la ley de amor) lo que ha traído la desgracia y la muerte. No obstante, aún en medio del sufrimiento que resulta del pecado, se revela el amor de Dios.

Si Él cuida de las aves cuidará también de mí

Para Dios no existe nada imposible (ver Génesis 18:14; Jeremías 32:17). Siendo así, nos cuestionamos como el salmista “¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?” (Sal. 10:1).

No obstante podemos estar seguros de que Dios cuida realmente de cada persona “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él. Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” (Sal. 34:7-9).

Dios vela por toda su creación, cuida aún a las pequeñas aves (ver Mateo 6:26; 10:29-31). “Jesús dirigió la atención de sus oyentes a las aves que modulaban sus alegres cantos, libres de congojas, porque, si bien “no siembran, ni siegan‟, el gran Padre las provee de todo lo necesario. Luego preguntó: ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (El discurso maestro de Jesucristo, p. 81).

Este mensaje de esperanza está perfectamente ilustrado en el himno 424 ¿Cómo podré estar triste?

¿Cuál es la causa real de los problemas del mundo?

Jesús compara la existencia en este mundo con un campo en el cuál se “sembró buena semilla” pero llega un malvado y siembra también cizaña (ver Mateo 13:24-30). Leemos en Génesis que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). 


Pero el enemigo trajo el descontento y la rebelión a la Tierra (ver Apocalipsis 12:7-9; Lucas 10:18; Génesis 3; Mateo 13:38, 39). Esta es la verdadera causa por la cual hay tantos males en el mundo.

La esencia del pecado

Dios creó a Lucifer perfecto, pero con libertad de elección, lamentablemente eligió lo malo (ver Ezequiel 28:14, 15). “El pecado se originó en el cielo en la mente de Lucifer. La Biblia no explica cómo es que el pecado pudo originarse en un ser perfecto, porque es inexplicable. Por lo tanto, se lo presenta como `el misterio de iniquidad´” (Fundamentals of the Everlasting Gospel, p. 2).


La esencia del pecado de Lucifer fue la exaltación de sí mismo (ver Isaías 14:12-14). Por consiguiente, el “yo” es el principio subyacente en el pecado. Está en completa oposición con el principio del gobierno de Dios, que se funda en el amor (ver 1 Juan 4:7, 8). El pecado, por lo tanto, consiste en la rebelión contra Dios.

Según 1 Corintios 13:4, 5, el “yo” está ausente en el verdadero amor (“ágape” en griego). En el corazón de todo pecado está la codicia (Rom. 7:7). En el cielo, Lucifer (quien se convirtió en Satanás) codició la posición de Cristo, lo que lo condujo al deseo de asesinarlo con el objeto de deshacerse de él (Jn. 8:44).

¿Cuál es nuestra defensa contra el poder engañador de Satanás?

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn. 8:32, 36).


El conocimiento de las Escrituras desvela ante nosotros la obra de Satanás, oculta para la mayor parte de las personas. Revela asimismo el amor de Dios y su triunfo final. No hubo otra manera mejor de poner fin a la rebelión de Satanás, que exponer plenamente su odioso carácter. Sólo así podía Dios ganar la lealtad sincera del universo entero. Dios ganará la guerra, pero lo hará por el amor y no por el engaño.

¿Qué debemos hacer en el mundo hasta que Cristo vuelva?

De igual forma en que la sal debe impregnar aquello que se espera que preserve, nosotros debemos ser luz en el mundo (ver Mateo 5:13, 16).

“El sabor de la sal representa la fuerza vital del cristiano, el amor de Jesús en el corazón, la justicia de Cristo que compenetra la vida. El amor de Cristo es difusivo y agresivo. Si está en nosotros, se extenderá a los demás” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 34).


“El amor al Señor Jesús se manifestará por el deseo de trabajar como él trabajó, para beneficiar y elevar la humanidad. Nos inspirará amor, ternura y simpatía por todas las criaturas que gozan del cuidado de nuestro Padre celestial” (El camino a Cristo, p. 78).

Haremos como Jesús habría hecho, si estuviera ahora aquí. Somos su cuerpo. Nosotros somos sus manos.

¿Qué está haciendo ahora Dios para auxiliar al ser humano?

Sabemos que la maldad ha alcanzado a “todos los hombres”. Pero “así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Rom. 5:18, 21). El Señor Jesús nos da la oportunidad de tener vida eterna, de vencer en su nombre al enemigo y de no perecer en este mundo de pecado y dolor.

Por medio de las buenas nuevas del evangelio tenemos la bendita esperanza de ser triunfadores en esta vida y sobre todo vivir en una Tierra nueva sin sufrimiento y dolor al lado de nuestros seres amados que alcancen la victoria y en compañía de Dios y de sus ángeles (ver Apocalipsis 21:4-7).

Este evangelio es para todos sin excepciones (ver Romanos 10:12, 13, 17, 18) el único requisito es aceptarlo y amar supremamente por encima de todo al Salvador Cristo Jesús.


“El Padre nos ama, no por causa del gran sacrificio, sino que él proveyó el gran sacrificio porque nos ama. Cristo fue el medio por el cual el Padre pudo derramar su amor infinito sobre un mundo caído. `Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo´ (2 Cor. 5:19). Dios sufrió con su Hijo. En la agonía del Getsemaní, en la muerte del Calvario, el corazón del amor infinito pagó el precio de nuestra redención” (Happiness digest, p. 13 y 14).

Allí donde Satanás esté a la obra de sembrar mala simiente, allí está Cristo mediante su Espíritu Santo, para contrarrestar el poder de Satanás. Todos, bondadosos e impíos por igual, lo deben todo a Cristo. Uno puede odiar al Señor y estar dispuesto a crucificarlo de nuevo, pero aun así, debe su vida, con todo lo que es y tiene, a lo que Cristo hizo por él en su eterno sacrificio demostrado en el Calvario.

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