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jueves, 5 de diciembre de 2013

Lecciones espirituales de Jonás 1:1-3



La palabra de Jehová

“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo” (Jon. 1:1).

Esta fascinante historia comienza diciendo que vino la palabra de Jehová a la vida de Jonás. Cuándo la palabra de Dios viene a nuestra vida es transformada y suceden grandes cosas.

Esta expresión también nos enseña que los mensajes que recibieran los profetas no son su propio mensaje, sino el de Dios. A esto se refiere el apóstol Pedro: “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21).

El Espíritu Santo es el verdadero autor de las Escrituras, y tiene un mensaje importante para convencernos “de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8). Precisamente de esto se convenció la ciudad de Nínive, y de esto debemos convencernos si queremos que nuestros pecados sean perdonados y alcancemos la salvación.

También es interesante el hecho de que Dios nos conoce por nombre, y que cada nombre que aparece en las Escrituras tiene un propósito y nos da pistas para profundizar más el mensaje que Dios quiere transmitirnos: Jonás (paloma) hijo de Amitai (veraz, verdadero, o Dios es veraz). El Señor envía a sus siervos con la sencillez de la paloma pero con un mensaje verdadero, para dar testimonio de que “Dios es veraz”.


He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mt. 10:16). Tenemos que ser agiles, metódicos y certeros en la predicación de la palabra como una serpiente, pero conservando la pureza, sencillez y belleza de las palomas.


Pregona la palabra

“Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (Jon. 1:2).

El Señor no le pregunto a Jonás si quería ir o no, le ordeno “levántate”. El propósito de Dios es que nos levantemos, que dejemos de estar en la profundidad de una vida carente de significado, una vida llena de derrota: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Jn. 2). Levantarse implica una acción, un cambio en el rumbo de la vida, y en el nombre del Señor es para bien.

Querido lector, Dios te ordena que te levantes, que dejes atrás la vida de pecado, la vida de derrota, la vida de preocupaciones que te tiene postrado. Cuántas veces repitió lo mismo Jesús a los profetas y caudillos (Jos. 7:10; 1 R. 19:5; Is. 52:2; 60:1; Jer. 18:2 Esd. 10:4; etc.), a los enfermos (Ver Mr. 2:11 Lc. 17:19; Jn. 5:8) y aún los muertos oyen su voz (Lc. 8:54; Jn. 11:43; 1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16). Si el Señor llama aún a los muertos ¡con mayor razón nos pide a nosotros que nos levantemos!

“Aquella gran ciudad”. Nínive era una ciudad grande en territorio, grande en comercio y grande en maldad. Así sigue siendo la condición de las grandes ciudades, la maldad impera por todos lados, pero esta historia nos muestra que Dios ama a las personas y por eso envía a sus mensajeros a estos lugares. Para todos aquellos que quieren cumplir la gran comisión de Mateo 28:19,20 este es un llamado a la evangelización de las grandes ciudades.

Y la orden del Señor continua: “pregona contra ella”. Jonás fue un profeta (enviado), su ministerio tenía un propósito de alertar, de prevenir acerca del inminente juicio de Dios, y es en este sentido que Dios envía a los que conocen su voluntad a prevenir a las personas que se arrepientan.

“Porque ha subido su maldad delante de mí”. A veces pensamos que a Dios no le importan nuestras acciones, que el tolera las injusticias, inclusive hay muchos que retan a Dios a que imparta justicia. Sin embargo Dios está al pendiente de todo lo que sucede en la Tierra: “Desde el lugar de su morada miró. Sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; Atento está a todas sus obras” (Sal. 33:14,15).

Otra valiosa lección de esto es que Dios no va a tolerar para siempre la maldad, refiriéndose a sí mismo cuando se le presento a Moisés dice el Señor: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación” (Ex. 34: 6,7).

Dios es misericordioso y piadoso, pero también es justo y tiene que actuar cuando la maldad llega al límite: “Llegará el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a espada, dice Jehová” (Jer. 25:31).

Huyendo de Dios

“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová” (Jon. 1:3).

“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Interesante que Jonás huyera a Tarsis que significa “sobre el mar" o "que se rompe". Al tratar de huir de Dios Jonás experimento ambas cosas, estuvo sobre el mar y se rompió en olas tremendas que rompieron a su vez el orgullo de Jonás.

Esta actitud de Jonás también la tomamos cuándo el Señor nos pide poner nuestros talentos y dones para su servicio, o nos pide cumplir con alguna comisión y nos negamos rotundamente. También le acontece a aquellos que se empeñan en no oír el llamado de Dios e intentan estar “lejos de la presencia de Jehová”.

Solo se encontrarán ante un mar embravecido que rompe sus esperanzas e ilusiones, no porque Dios sea tirano y vengativo, sino porque “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stg. 1:17). Al alejarnos de Dios nos acercamos a Satanás, y el solo nos va dar dolor, miseria y desilusión.

“Y descendió a Jope”. Jope significa “belleza, hermosura, gracia”, el ser humano alejado de Dios se hunde en una aparente belleza de los placeres terrenales, pero la Biblia en esta historia nos dice que solo estamos descendiendo.

Además le costó: “y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis”. Malgastamos nuestro tiempo y nuestros recursos cuándo estamos separados de Dios. Lo gastamos en cosas efímeras que van a ser destruídas, y descuidamos la causa de Dios, que edifica para vida eterna.

Esto le sucedió al pueblo de Israel, reflexionemos en las palabras que les dirigió el Señor: “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos” (Hag. 1:6,7).

Es cierto que hay millonarios que tienen muchísimo dinero a pesar de su maldad, pero al final de su existencia se darán cuenta que todo eso fue inútil, que en realidad recibieron su “jornal en saco roto”. La contraparte está en aquellos que aunque pobres en este mundo son ricos para con Dios, estos “descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Ap. 14:13).

Además resulta absurdo que Jonás quisiera huir de la presencia del Señor, en el Salmo 139:7-10 leemos lo siguiente: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.  Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra”.

Dios es Omnipresente, nada queda oculto ante sus ojos de llama de fuego que todo lo escudriñan. Y no nos busca porque sea autoritario, nos busca porque nos ama, y desea lo mejor para nosotros, tal como está ejemplificado en las 3 parábolas de Lucas 15.


Hemos visto que aunque Jonás es un libro pequeño tiene muchas lecciones para nosotros, posteriormente publicaremos más acerca de este fascinante libro de las Escrituras.

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