Menú

jueves, 24 de octubre de 2013

Génesis 1-4 y la mayordomía



Cambiando el enfoque sobre mayordomía

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Co. 4:2).

Las historias son parte de nuestra cultura y nos ayudan a transmitir información de una generación a otra. Su importancia y su valor radican en que una historia es siempre fácil de recordar.

Nuestro Señor Jesucristo continuamente utilizaba historias para transmitir a sus discípulos verdades importantes y eternas, que quedaron grabadas en las mentes de sus seguidores y que han llegado hasta nosotros.

La historia de Dios que encontramos en las Sagradas Escrituras refleja su plan para nuestra vida, y está centrada en estos 4 grandes temas:
1.    La creación.
2.    La caída del hombre en pecado.
3.    La redención.
4.    La restauración.

Lamentablemente  los cristianos se han olvidado de la creación y la restauración. Estos 2 aspectos están involucrados en nuestra relación con Cristo; el desea crear en nosotros una nueva vida que restaure la comunión con Dios que se ha perdido por causa del pecado, a esto se refieren las Escrituras: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne” (Ez. 11:19).


En el principio de la Creación nuestros primeros padres eran fieles mayordomos de Dios, y precisamente esto es lo que Dios desea restaurar en nosotros: la felicidad al administrar correctamente las bendiciones que nos ha concedido.

Hay 6 áreas en las que Dios espera que seamos buenos mayordomos:
1.    En el uso del tiempo (ver 1 Pedro 1:17).
2.    Empleando nuestros talentos (ver Mateo 25:14-30).
3.    Cuidando nuestra salud (ver 1 Corintios 3:16,17).
4.    Empleando nuestros recursos/dinero para la gloria de Dios (ver Lucas 19:23).
5.    Con nuestra influencia (ver Romanos 14:21).
6.    Al enfrentar los problemas (ver Mateo 6:31-34).

Así la mayordomía que Dios espera de nosotros es un compromiso total de nuestra vida con Él. “Todo de mí en respuesta al todo de Dios”, esto es, tener una relación de completa confianza con Dios, administrando los recursos para darle honor a Él y no a nosotros mismos.

Este fundamento de la mayordomía choca con el humanismo, que coloca al hombre en el centro. Las personas se esfuerzan y se superan para satisfacerse a sí mismos, pero este camino lleva a la decepción. En cambio entregarse en servicio a Dios tiene recompensa en esta Tierra y en la vida eterna “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co. 15:58).

El fundamento de la mayordomía

La mayordomía bíblica no se centra en las personas. Se sustenta en estas premisas:
1.    ¿Quién es Dios?
2.    ¿Qué hace Dios?


Si centramos la mayordomía en nosotros mismos limitamos bastante el potencial que tenemos: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:13). Así no nos comparamos con la pequeñez de otras personas sino con la grandeza de Dios.

Al  estar en contacto con la fuente infinita de sabiduría de Dios, entendemos mejor como administrar todo asunto relacionado con nuestras vidas, y es así como nos volvemos fieles mayordomos: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2:20).

Lecciones de mayordomía en Génesis

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). La palabra traducida en este versículo como Dios es Elohim, que describen los atributos de Todopoderoso y Creador y Juez del Universo. Se usa 2570 veces en el canon de la Biblia.

Dios es eterno, el existía antes que cualquier cosa creada. No es dependiente de ninguna fuente de vida. Él es la “vida”. Dios es el legítimo dueño de todas las cosas, y el único digno de adoración al ser el Creador.

La adoración a Dios no se estanca a ir semanalmente a una iglesia, implica todo aspecto de nuestras vidas. Cada momento de nuestra vida debe ser una ofrenda agradable para el Señor “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro. 12:1).

Génesis 1 es un llamado a adorar a Dios por lo que Él es y lo que ha hecho. Esto es fundamental para la comprensión de nuestros orígenes. El relato de la creación es la base de la confianza y es el fundamento del evangelio.

En Génesis 2 la palabra para “Señor” o “Jehová” es “YHWH” y presenta a un Dios que se preocupa profundamente por las necesidades de su creación (ver también Salmo 25:11; 31:3; 107:13).


Yahvé” es “el que existe por sí mismo” (Ex. 3:14). Actual, accesible, cerca de aquellos que le invocan por su liberación, perdón y guía. El Señor está al pendiente de nuestras necesidades y provee todo lo necesario para nuestro mantenimiento. Este capítulo presenta a Dios como el proveedor.

En Génesis 3 se relata la entrada del pecado en el mundo por causa de la transgresión de nuestros primeros padres. La relación que existe con  la mayordomía es evidente: al tomar del fruto prohibido no aceptaron la soberanía de Dios en sus vidas, es decir traspasaron los límites que Dios había establecido (Ver Génesis 2:15-17).

No obstante Dios intenta repara esta relación (y por ende la mayordomía) al preguntar ¿Dónde estás tú? Cada uno de nosotros es un administrador y se nos hace la misma pregunta “¿Están ustedes conmigo o contra mí?”

Y en Génesis 4 tenemos el relato de Caín y Abel. Aquí tenemos 2 sistemas de adoración (y por ende de mayordomía) los que lo hacen como les parece mejor y los que lo hacen como Dios ordena. Los mayordomos de Dios cuidan no sólo para ellos mismos, sino para los demás también.

Libertad de conciencia otro fundamento de la mayordomía

En el relato sobre Caín y Abel es interesante notar que Caín deseaba controlar a su hermano (y de cierto modo condicionar a Dios). Al no lograrlo dio muerte a su hermano.

Entonces Dios interviene: “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Gn. 4:9). Nótese como Caín agrega la palabra guarda a lo que Dios le dijo. En una relación de hermanos hay igualdad, pero un guarda ejerce control sobre los demás.


Cualquiera que intenta manipular a otro lleva la marca de Caín y se hace un agente de Satanás. No debemos intentar controlar las conciencias. De esto se encarga el enemigo, basta con ver cuantos mensajes subliminales, amenazas o chantajes hace para engañar al mundo entero (Ver Apocalipsis 12:9).

En Génesis 1:28 Adán y Eva debían ejercer dominio o “poder sobre” los animales como una expresión del ser a imagen de Dios, es decir, son representantes sobre los seres de clases inferiores. La autoridad se limita a la naturaleza. Adán y Eva debían ser mayordomos de la naturaleza.

Jesús usa “prójimo” en la historia del buen samaritano para describir como debemos relacionarnos con los demás (ver Lucas 10:25-37; Mateo 22:36-40). Dios nos ha dado autoridad sobre la Tierra, pero no “el control de la autoridad” sobre otros. El Señor nos enseñó a ver a los demás como hijos de Dios a quienes hay que respetar incondicionalmente y cuidar.

Seguir a Cristo y los principios de mayordomía debe ser una decisión con las siguientes características:
1.    Voluntaria.
2.    Consiente y
3.    Constante

Finalmente hay 2 preguntas básicas de mayordomía en toda la Biblia:
1.    ¿Cómo está tu relación con Dios? Se encuentra en la pregunta que le dirige al hombre ¿Dónde estás tú?
2.    ¿Cómo está tu relación con tus semejantes? Se encuentra en ¿Dónde está tu hermano?

Esta es la base que debe guiar la mayordomía cristiana. Recordando que el sustento de esto es la adoración. Somos malos mayordomos cuando en mayor o menor grado damos adoración a otras cosas por sobre Dios.

Que Dios nos ayude a través de su Santo Espíritu para capacitarnos y ser fieles administradores de los dones que Él nos ha dado. Amen.

Esta reflexión está basada en una presentación del director asociado de administración de la conferencia general Larry Evans.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario