Esta es una historia de una chica que entregó su vida a Cristo.
Es contada por el pastor Alejandro Bullón para demostrar que no importa cuán
bajo caigamos, Dios está con los brazos abiertos y quiere que tengamos “vida en
abundancia” (Jn. 10:10).
Si desea escuchar el audio lo puede hacer en el siguiente link:
Era un viernes de noche, en un club nocturno en una ciudad
grande de Brasil una chica de 22 años bailaba y se sacaba la ropa delante de
los hombres y los espectadores ahí. Después de eso los hombres venían y le
ofrecían dinero, y ella salía con hombres que nunca conocía; era la manera de
sobrevivir.
Un viernes de noche salió con un hombre que no conocía. Ya era
madrugada del Sábado; ella no podía dormir, estaba en el cuarto inmundo de un
hotel. A su lado un hombre que nunca había visto antes: literalmente roncaba. Y
ella aquí al otro lado se sentía basura, se sentía sucia, se sentía inmunda.
Había abandonado la universidad por falta de dinero. Sus sueños
de repente parecían que todos caían al suelo, se encontraba en el fondo del
pozo: no puede haber nada más humillante que vender el propio cuerpo, pero era
la manera que ella había encontrado de sobrevivir. Su pensamiento era juntar
dinero para volver a la universidad. La verdad es que ahora estaba con su vida
destruida.
Como no podía dormir prendió la radio que estaba en la
cabecera, comenzó a jugar con el dial buscando una música, de repente escucho
una frase en la radio que decía así: “Tú eres la cosa más linda que Dios tiene
en esta Tierra, no importa quién eres, no importa como vives, no importa si en
este momento estas escuchando este mensaje dirigiendo tu carro en una carretera
solitaria, no importa si estas en la celda de una prisión, no importa si estas
en el cuarto inmundo de un motel, quiero que sepas que tú eres la cosa más
linda que Dios tiene en esta Tierra”.
La chica paro, aquello tocó su corazón, y el predicador seguía
diciendo: “Dios te ama, aunque tú no lo creas, aunque tú no lo sientas, aunque
tú te sientas indigna, aunque tú creas que no mereces, Dios te ama”. Y ella se
quedó colada a la radio, de repente el predicador empezó a describir su vida y
ella lloraba en silencio.
El silencio de los minutos pasaban y de repente termino el
sermón por la radio, entro un locutor y dijo así: “El pastor Bullón que acaba
de predicar este sermón estará predicando a las 11 de la mañana en el coliseo
deportivo de esta ciudad”.
Se quedó horas y horas pensando la historia de su vida. Debían
ser 9 de la mañana cuando el desconocido se vistió, y le dijo - ¿Dónde quieres
que te deje?- Ella le dijo: -¿Podrías dejarme en el coliseo deportivo de la
ciudad?- El hombre la dejó allá.
La chica dice: -Pastor yo entre, había unas 15000 personas
reunidas aquella mañana, de repente vi que todas se vestían de manera linda, y
yo estaba con una ropa, con un vestido completamente pegado a mi cuerpo, era la
ropa que me vestía para llamar la atención en el club nocturno donde trabajaba,
tuve vergüenza de la manera como estaba vestida, pero no quería perder la
ocasión de escucharlo otra vez. Entonces me metí entre la gente y me coloque
halla arriba solita-.
-La gente cantaba himnos, parecía que yo estaba en el cielo,
parecían ángeles cantando; cantaban del amor de Dios, cantaban del poder de
Dios: mi corazón quedo enternecido. A las 11 de la mañana usted entró para
predicar, y nuevamente predico del amor maravilloso de Dios, predico como Dios
toda mi vida corrió atrás de mí y yo nunca me deje encontrar-.
-Usted dijo aquella mañana: “tú puedes tratar de ser feliz a tu
manera, tu puedes querer realizar tus sueños a tu manera, pero te digo una cosa
un día envejecida, destruida, acabada, vas a llegar a la conclusión de que
perdiste el tiempo, porque un día saliste de las manos de Dios y nunca serás
feliz si no te devuelves a Dios, por lo tanto en este momento te voy a pedir
que te levantes y vengas aquí adelante”-.
La chica dice –pastor yo temblaba en mi corazón, yo quería ir
adelante pero me sentía inmunda, me sentía sucia, me sentía vestida de una
manera extravagante, yo no podía bajar, pero usted decía: “Dios puede hacer
todo por ti, pero hay algo que no puede hacer: traerte por la fuerza, tú tienes
que querer, tú tienes que decir sí, no te importes con los otros, no te
importes con lo que los otros piensen, ven este es el momento grande de tu
vida”. Y pastor yo me olvide de todo y cuando me di cuenta ya estaba adelante,
llorando y ese día entregue mi vida a Cristo-.
La chica me contó esta historia 4 años después, estaba
terminando la facultad de Arquitectura en la universidad de aquella ciudad.
Ella me dijo –pastor usted no sabe cómo Dios me saco del pozo donde me
encontraba, como Dios me fue mostrando el camino, como Dios me fue abriendo
oportunidades. Mi sueño de ser una arquitecta se va a cumplir, pero no por mí,
sino porque un día Dios me compró-.
Yo le dije: -hija no, no porque un día Dios te encontró, sino
porque un día tú te dejaste encontrar, tú paraste de correr, tú paraste de
escaparte, tú diste media vuelta, tú creíste en el Señor Jesucristo, tú le
confiaste la vida-.
Jesús te ama, el murió por ti en la cruz del calvario y te
espera con los brazos abiertos, deja de huir de su gran amor, entregarle la
vida es un bien absoluto. Que Dios te bendiga.