El gran conflicto: origen del sufrimiento
El sufrimiento humano está relacionado al conflicto
cósmico entre Cristo y Satanás. Como lo revelan las Sagradas Escrituras, la
rebelión y el origen del pecado se iniciaron en el cielo, cuándo Lucifer
codició la adoración y la alabanza que pertenecían solo al creador (Ver
Ezequiel 28:12-17).
Lucifer fue soportado durante mucho tiempo en el cielo,
no fue expulsado inmediatamente como muchos creen, él fue el originador del
pecado y del sufrimiento el cuál trajo a este mundo (Ver Génesis 3). Desde
entonces el dolor y el sufrimiento forman parte de la vida en esta tierra.
Hemos preparado una presentación que explica más a
detalle “El origen del mal y el dolor”. En esta presentación se responden
preguntas como:
·
¿Por qué no fue destruido Lucifer inmediatamente y se permitió que
continuara su rebelión?
·
¿Dios es culpable por la rebelión de Lucifer?
·
¿Lucifer fue víctima de las circunstancias?
Les dejamos el link de descarga:
Las malas decisiones: principal causa del sufrimiento
A partir de la entrada del pecado en el mundo los seres
humanos nos hemos apartado del ideal de Dios, hemos transgredido su ley y por
ello es inevitable arrastrar las consecuencias del pecado “Porque la paga del
pecado es muerte” (Ro. 6:23).
En la medida que nos alejamos de los mandatos de Dios es
inevitable que vengan los efectos del sufrimiento a nuestra vida. Muchas
enfermedades, muertes y tragedias son consecuencias directas de tomar
decisiones equivocadas “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará” (Gá. 6:7).
Otro ámbito del sufrimiento, tiene que ver con las malas
decisiones que las personas toman afectando a otros. Por ejemplo un padre de
familia puede decidir amar y cuidar a su esposa e hijos, o puede decidir maltratarlos.
Es decir, el egoísmo humano daña a los demás. En cada uno
de nosotros esta el evitar dañar a otros o hacerlo intencionalmente. En este
aspecto es importante recordar que: “Dios traerá toda
obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec. 12:14).
Dios no va a
tolerar el mal y la opresión por siempre y todos deberemos dar cuenta de
nuestros actos (Ver también Salmo 37; Malaquías 4).
¿Porque permite Dios el sufrimiento?
Dios permite que suframos como un medio de aprendizaje,
es decir, a veces solo en el sufrimiento nos damos cuenta de nuestros errores y
aprendemos de ellos: “Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el
hombre no entiende. También sobre su cama es castigado. Con dolor fuerte en
todos sus huesos. He aquí, todas estas cosas hace Dios, dos y tres veces con el
hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los
vivientes.” (Job 33:14, 19, 29, 30).
“Porque la tristeza que es según Dios produce
arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la
tristeza del mundo produce muerte”. (2 Co. 7:10). Este versículo nos enseña algo
muy importante sobre el sufrimiento. Dios lo permite para que nos arrepintamos
de nuestro mal proceder, aceptando su gran sacrificio y así llegar a ser
salvos.
Al soportar las pruebas con paciencia nos volvemos
mejores personas, aprendemos disciplina, constancia y amar a otros: “Aunque
ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en
diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que
el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,” (1 P. 1:6,7). El horno de la
prueba purifica los corazones para que sean hallados sin la escoria del
egoísmo.
"Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no
olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él. Permitió que Job
fuese atribulado pero no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese
desterrado a la solitaria isla de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí,
y pudo ver escenas de gloria inmortal.
Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su
constancia y obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su
ejemplo sea una fuente de poder para otros. "Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de
mal." (Jer. 29: 11). Los mismos sufrimientos que prueban más severamente nuestra
fe, y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más
cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que
sintamos la paz que nos ha de dar en cambio" (Patriarcas y Profetas pág.
123).
En la vida cristiana hay otro aspecto por el cual Dios
permite el sufrimiento: “El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones,
para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier
tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si
somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en
el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.” (2 Co. 1:4, 6).
Al pasar por el sufrimiento aprendemos a tener empatía
por el dolor ajeno y damos un testimonio de fidelidad y compromiso que lleva
salvación y refrigerio a quienes lo necesitan.
Llamado
Cristo cargo con un sufrimiento mayor al que podamos
siquiera imaginar, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil. 2: 5-8).
Cristo no está ajeno a tus problemas y necesidades “Por
lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar
los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es
poderoso para socorrer a los que son tentados.” (He. 2:17:18). “Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.” (He. 4:16)
Esta es una preciosa promesa para aquellos que están
pasando por momentos difíciles: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no
sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar.” (1 Co. 10:13).
Si experimentamos el sufrimiento como medio de
perfeccionar nuestro carácter y acercarnos más a Dios saldremos victoriosos, y
todo lo que padecimos aquí nos parecerá insignificante cuando Cristo vuelva: “las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse.” (Rom. 8:18).